lunes, 4 de marzo de 2013

Kasogongá (el Rayo) y el hombre

Cierta vez un qom se hallaba cazando en el monte para llevar comida a su familia, cuando escuchó unos leves quejidos y lamentos. El sonido era muy suave, pero no parecía provenir de muy lejos. Así que el hombre siguió monte adentro, hacia donde le parecía escuchar la voz, y pronto se encontró con un potai, un oso hormiguero.

Cuando éste lo vió, le dijo: “Escucha hijo, yo soy Kasogongá, el Rayo, y durante la tormenta he caído sobre ese árbol; pero lo hice con tanta fuerza que ahora he quedado aquí y no puedo volver al Cielo. Necesito tu ayuda.”
Una vez repuesto de la sorpresa, el hombre respondió que haría lo que fuese necesario.


Imágenes del ilustrador HUADI
- Todo lo que debes hacer – dijo Kasogongá – es una gran fogata y luego yo me las arreglaré. 
Entonces el cazador juntó varias ramas y hojas secas y armó un gran fuego. Cuando la hoguera estuvo ardiendo y las llamas subieron a lo alto, Kasogongá, comenzó a elevarse con el humo. 
Mientras subía le habló al hombre por última vez:
- Ahora corre hacia tu casa, porque está por desatarse una gran tormenta. En agradecimiento a lo que has hecho por mí, nunca te faltará alimento y te convertirás en un experto cazador. 
Como había dicho Kasogongá, al poco rato comenzó a llover (era el Rayo, que festejaba por estar de nuevo en su casa), y se cumplió su promesa: el hombre se convirtió en un gran cazador a quien nunca le faltó carne, miel o pescado. 



“Leyendas, mitos, cuentos y otros relatos Qom” de Nahuel Sugobono
Ilustración: HUADI