miércoles, 10 de abril de 2013

Códigos y Tabúes



     Una manera de trasladar de generación en generación la información considerada esencial es a través de los códigos y tabúes. Estos códigos se organizan en forma de leyendas, tradiciones y mitos que se trasmiten oralmente. 

     Los tabúes constituyen una de las formas más importantes de transmisión de ideología. Son prohibiciones rituales, pero contienen mensajes e informaciones que denotan la ideología del grupo social al que pertenecen, es decir, son esenciales para la construcción de identidad y establecer su grupo de pertenencia.

Tabúes femeninos, en armonía con la Naturaleza

     Durante el embarazo la mujer no podía mirar animales ni personas muertas, previniendo así la parálisis infantil y problemas cardíacos. Tampoco podían comer carne de animales de caza, o sea muertos en forma violenta, al dar vida, se respetaba la vida ajena. No podía anudar cuerdas para que no naciese con el cordón umbilical enrollado. 

     El marido de la embarazada también tenía sus tabúes, no podía matar animales porque ello significaba la muerte o distintos defectos físicos del hijo. Se respetaba la comunión entre la naturaleza y el hombre. Podía pescar pero no con anzuelo o lanza, sino con red, para no causar daño físico al animal. Ante el ataque de un animal, debía huir sin devolver el ataque, pues ante el embarazo de la mujer no se le permitía ejercer violencia sobre los seres vivos. 



Fuentes:- "Nuestros Abuelos" - Qom, Moqoi, Wichí - (2004)
- Entrevista: Ana Medrano realizada por Rosario Haddad en Comunidad de Derqui Provincia de Buenos Aires (2012)



lunes, 4 de marzo de 2013

Kasogongá (el Rayo) y el hombre

Cierta vez un qom se hallaba cazando en el monte para llevar comida a su familia, cuando escuchó unos leves quejidos y lamentos. El sonido era muy suave, pero no parecía provenir de muy lejos. Así que el hombre siguió monte adentro, hacia donde le parecía escuchar la voz, y pronto se encontró con un potai, un oso hormiguero.

Cuando éste lo vió, le dijo: “Escucha hijo, yo soy Kasogongá, el Rayo, y durante la tormenta he caído sobre ese árbol; pero lo hice con tanta fuerza que ahora he quedado aquí y no puedo volver al Cielo. Necesito tu ayuda.”
Una vez repuesto de la sorpresa, el hombre respondió que haría lo que fuese necesario.


Imágenes del ilustrador HUADI
- Todo lo que debes hacer – dijo Kasogongá – es una gran fogata y luego yo me las arreglaré. 
Entonces el cazador juntó varias ramas y hojas secas y armó un gran fuego. Cuando la hoguera estuvo ardiendo y las llamas subieron a lo alto, Kasogongá, comenzó a elevarse con el humo. 
Mientras subía le habló al hombre por última vez:
- Ahora corre hacia tu casa, porque está por desatarse una gran tormenta. En agradecimiento a lo que has hecho por mí, nunca te faltará alimento y te convertirás en un experto cazador. 
Como había dicho Kasogongá, al poco rato comenzó a llover (era el Rayo, que festejaba por estar de nuevo en su casa), y se cumplió su promesa: el hombre se convirtió en un gran cazador a quien nunca le faltó carne, miel o pescado. 



“Leyendas, mitos, cuentos y otros relatos Qom” de Nahuel Sugobono
Ilustración: HUADI


viernes, 22 de febrero de 2013

¿Sabes de qué árbol se trata?


  • Existe blanco negro
  • Su fruto es de alta riqueza  
  • Puede medir hasta 15 mts. 
  • Su sombra es redonda y muy generosa (de hasta 20 mts de diámetro)
  • Su tronco es rugoso y sin espinas, y su corteza posee colorantes (tanino)
  • Se cosecha en verano y son las mujeres las encargadas de recolectar sus frutos

De sus ramas caídas se hace leña y carbón. También se usa como colorante, para teñir fibras para los tejidos artesanales. Su sombra es lugar de reunión. Y se puede juntar miel en sus troncos, entre otras cosas. 




Respuesta: Mapic o Algarrobo

lunes, 18 de febrero de 2013

La llegada de las mujeres

Antiguamente no había mujeres sobre la tierra, sólo existían hombres y animales. 
Cierto día, hombres y animales, volvían del bosque y encontraron que la caza del del día anterior había desaparecido, por lo que decidieron dejar a Elé (el Loro) como centinela. Cuando éste empezaba a aburrirse, le pareció oír voces, pero no había nadie. Levantó la vista y vio una larga fila de mujeres que bajaba por una soga desde el cielo. El Loro intentó detenerlas para evitar que se llevaran la comida, pero le fue imposible, ni bien quiso hablar le tiraron brasa en la boca, y al quemarse no puedo hablar mas, es por eso que el loro tiene la boca seca. Las mujeres una vez satisfechas, regresaron al cielo por la misma soga. 

Imagen del ilustrador HUADI
Cuando regresaron los hombres, sorprendidos vieron que no había más comida, por lo que decidieron dejar a Chiiquilas (el Carancho) como centinela. 
Al día siguiente, las mujeres volvieron a descender del cielo, pero mientras bajaban, el Carancho tomó una piedra filosa y cortó la soga. Algunas mujeres cayeron y otras lograron subir volviendo al cielo. 
Las que cayeron lo hicieron con tanta fuerza que se enterraron en la tierra. Los hombres comenzaron a excavar. Allí estaban las mujeres, cada uno de los hombres tomó una como esposa, y así fue como llegaron las mujeres a la tierra. 
Descienden del cielo, pero también surgen de la tierra. 

“Leyendas, mitos, cuentos y otros relatos Qom” de Nahuel Sugobono
Ilustración: HUADI
Correción: Viyén